domingo, 26 de mayo de 2013

Retirada de pañales


Por más que repitas a tu hijo/a que te pida hacer pis o caca, siempre te quedas en la expectativa preguntándote el por qué no te lo pide. El control voluntario de los esfínteres es un hábito que debe ser adquirido al igual que comer, dormir, vestirse solos, caminar, lavarse las manos… y como tal resulta más fácil para unos que a otros. En nada está relacionado con la inteligencia o con la autonomía de cada niño/a y sí con su nivel de maduración. Si notas que el niño/a no está preparado/a, no insistas. Cada cual tiene su momento y las comparaciones en este sentido sólo fastidian. Sigue algunas pautas para saber si está preparado/a para este control.
- Cuando se queja de lo molesto que está el pañal
- Cuando al cambiarle notas que el pañal cada vez se encuentra más seco
- Cuando al retirar el pañal, tu hijo/a consigue controlar sus ganas de orinar, después de pedírtelo
- Cuando tu hijo/a sabe diferenciar las ganas de orinar o evacuar.
El paso a paso de la retirada del pañal
- Los padres deben estar en casa y convencidos de que es el momento por los mensajes que emiten sus hijos/as.
- Explicar al hijo/a la importancia y en qué consiste este gran paso para que él se haga mayor. Y pedirle su colaboración.
- Retirar el pañal durante el día y enseñar al niño/a a acudir a su orinal cuando tenga necesidad.
- Es preciso levantarle 30 minutos antes, y después de desayunar, asearse y vestirse, indicarle que vaya al orinal.
- Nunca debe pasar más de 20 minutos sentado/a en el orinal y puedes ponerle música relajante o dejarle un libro, de forma que no lo asocie con un castigo.
- Observar las señales de que el niño/a tiene ganas de hacer pis. Apretar las piernas o saltar, son signos muy conocidos e infalibles.
- Motivar siempre, felicitar y premiarle cuando consiga hacer sus necesidades en el orinal.
- Jamás le regañes, ni castigues, ni presiones por no conseguir controlar su orina o sus heces. Frente a un escape, dile que ha sido apenas un fallo y que confías en que podrá superarlo. Nada de críticas ni de humillaciones. Los/as niños/as no consiguen controlar sus esfínteres solos.
- Cada vez que vayas al baño, díselo, así le estarás animando a imitar y seguir tu ejemplo.
- Cuando consiga controlar sus necesidades durante el día, es hora de empezar a retirada de los pañales por la noche. Puede tardar un poco más ya que todo dependerá de su maduración. Entre la retirada del pañal durante el día y la noche se puede tardar de 15 a 30 días, o más.

domingo, 5 de mayo de 2013

Lexislación


ESTRUTURA DA ORIENTACIÓN EDUCATIVA

Decreto de Orientación. Decreto 120/1998, de 23 de abril, polo que se regula a orientación
educativa e profesional na Comunidade Autonóma de Galiza (DOG27 de abril
de 1998. Ligazón
Orde de Orientación. Orde do 24 de xullo de 1998, pola que se establece a organización e
funcionamento da orientación educativa e profesional na Comunidade
Autónoma de Galiza regulada polo Decreto 120/1998.
(DOG 31 de xullo de 1998. Ligazón
Circular de Orientación. Circular 18/2007 das Direccións Xerais de Ordenación e Innovación
Educativa e de Formación Profesional e Ensinanzas Especiais pola que se
ditan instrucións para unificar as actuacións e establecer as accións
prioritarias dos servizos de orientación educativa e profesional das
ensinanzas escolares de Galicia. Ligazón

ATENCIÓN A ALUMNADO CON NECESIDADES ESPECÍFICAS DE APOIO EDUCATIVO.

Decreto de alumnado con necesidades educativas especiais. Decreto 320/1996, do 26 de xullo, de ordenación da educación de alumnos e
alumnas con necesidades educativas especiais. (DOG 6 de agosto de 1996.Ligazón
Escolarización do alumnado con necesidades educativas especiais. Orde do 27 de decembro de 2002 pola que se establecen as condicións e
criterios
para a escolarización en centros sostidos con fondos públicos do
alumnado de ensino non universitario con necesidades educativas
especiais.(DOG 30 de xaneiro de 2002). Ligazón
Avaliación do alumnado con necesidades educativas especiais. Orde do 31 de outubro de 1996 pola que se regula a avaliación
psicopedagóxica dos alumnos e alumnas con necesidades educativas
especiais que cursan as ensinanzas de réxime xeral, e se establece o
procedemento e os criterios para a realización do dictame de
escolarización. Ligazón
Real Decreto de condicións do sistema educativo para o alumnado sobredotado intelectualmente. Real Decreto 943/2003 polo que se regulan as condicións para
flexibilizar a duración dos diversos niveis e etapas do sistema
educativo para os alumnos sobredotados intelectualmente.Ligazón
Flexibilización da escolarización do alumnado sobredotado intelectualmente. Orde do 28 de outubro de 1996 pola que se regulan as condicións e o
procedemento para flexibilizar a duración do período de escolarización
obrigatoria dos alumnos con necesidades educativas especiais asociadas a
condicións persoais de sobredotación intelectual. Ligazón

NORMAS ESPECÍFICAS PARA A ACTIVIDADE DOCENTE

Adaptacións curriculares. Orde do 6 de outubro de 1995 pola que se regulan as adaptacións do currículum nas ensinanzas de réxime xeral.
Diversificación curricular. Ligazón
Alumnado estranxeiro. Orde do 20 de febreiro de 2004 pola que se establecen as medidas de atención específica ó alumnado procedente do estranxeiro. Ligazón

domingo, 28 de abril de 2013

Dormir bien, esencial para el éxito escolar.


Aunque muchos niños/as se quedan despiertos hasta tarde en los largos días de verano, una vez comienza la escuela en otoño deben regresar a sus rutinas normales de sueño.
Un sueño adecuado es esencial para el éxito académico y el bienestar general de los/as niños/as, un niño de tres a cinco años necesita entre once y trece horas de sueño por noche. Los/as niños/as de cinco a doce años necesitan al menos entre diez y once horas por noche.
Desde la memoria hasta el juicio, la duración de la atención, la estabilidad emocional e incluso la inmunidad, la privación de sueño afecta a los/as/ niños/as en edad escolar negativamente.
Los/as niños deben anticipar el primer día de clases y comenzar a irse a la cama más temprano para evitar la sensación de somnolencia diurna y asegurar una transición fácil al aula.
Alrededor de una semana antes del inicio de la escuela, comience a ajustar sus horas de acostarse y levantarse. Este cambio incremental podría ser difícil al principio, pero se hará más fácil y asegurará que no se sientan mal los primeros días de clases.
Dado que la falta de sueño puede acumularse y tener efectos nocivos para los/as niños/as, es recomendable sacar los dispositivos electrónicos de la habitación del niño/a, para que sea lo más calmada y pacífica posible.
Según expertos de la Universidad de Alabama en Birmingham: “Se ha demostrado que incluso dormir con una televisión encendida les priva de 20 minutos de sueño por noche, que puede no parecer mucho pero que se acumula en una semana”.

domingo, 21 de abril de 2013

¿Son necesarias las clases extraescolares?

Con el comienzo del curso llega la hora de matricularse de las clases extraescolares. Sin embargo, como sus padres siempre habéis sido partidarios de que vuestros/as hijos/as tengan tiempo por las tardes para poder hacer los deberes y estudiar un rato, pero también para salir a jugar, disfrutar con sus hermanos/as, amigos/as, estar con vosotros… ¿Es obligatorio que asista a clases extraescolares para que su educación sea adecuada?
Lo cierto es que las actividades extraescolares, sean del tipo que sean (físicas o mentales), favorecen el desarrollo de vuestros/as hijos/as, les ayudan a fomentar su creatividad, a mejorar en sus estudios, a saber relacionar con otros niños, etc. Sin embargo, demasiadas clases pueden acabar agotándole física y mentalmente, sobre todo si alguna de esas actividades no le agrada. Son un recurso acertado siempre y cuando no supongan una sobrecarga para los escolares y les dejen tiempo para jugar.
Por eso, si en el centro no existen actividades que le gusten a tu niño/a o los horarios no os vienen bien, no existe ninguna ley que te obligue a apuntarle a alguna actividad después del horario escolar siempre y cuando te asegures de que:
- Dedica parte de su tiempo por las tardes a jugar al aire libre o practicar algún deporte con otros amigos/as o familiares.
- Fomenta su imaginación y creatividad dibujando, imaginando historias o juegos nuevos, moldeando con plastilina…
- Te ayuda en las tareas de la casa para ir fomentando su responsabilidad.
- Va bien en el colegio, saca buenas notas y hace sus deberes.
- No se pasa la tarde encerrado en su habitación jugando al ordenador o la consola o viendo la televisión.
- Tiene amigos, sabe relacionarse con otros niños/as de su edad y hacer nuevas amistades.

domingo, 14 de abril de 2013

TDAH

¿Qué es el Trastorno por Déficit de Atención?
Este trastorno se denomina oficialmente Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), aunque en general es conocido por algunos profesionales como TDA ó TDAH.
Los investigadores poseen ahora evidencias suficientes como para definir su posición en cuanto a que tanto el TDA como el TDAH, como nos referiremos a partir de ahora, no es un trastorno específico con diferentes variaciones. Siguiendo dicha evidencia, lo dividiremos en tres subtipos, de acuerdo a las características principales asociadas al mismo: falta de atención, impulsividad e hiperactividad:
Tipo Combinado –síntomas múltiples de falta de atención, impulsividad e hiperactividad.
Tipo con predominio de déficit de atención – M últiples síntomas de falta de atención con poca, si hay, hiperactividad-impulsividad
Tipo con predominio hiperactivo-impulsivo —síntomas múltiples de hiperactividad-impulsividad con poca, si hay, falta de atención.
Estos subtipos se refieren a que algunos niños con TDAH no tienen problema en permanecer quietos en una silla o en seguir comportamientos de inhibición, pero pueden tener problemas de falta de atención y como resultado de ello grandes dificultades en concentrarse en una tarea o actividad determinada. Otros, pueden no tener problemas en prestar la debida atención, pero pierden concentración debido a una hiperactividad-impulsividad predominante sin controlar su impulso y actividad. El más frecuente suele ser el Tipo Combinado. Esos niños tendrán síntomas significativos de las tres características.
¿Cuáles son las señales más evidentes del TDAH?
Las características básicas asociadas al trastorno son la falta de atención, hiperactividad, así como la impulsividad. Los profesionales que diagnostican estos tipos de trastornos utilizan los criterios establecidos por la Asociación Americana de Psiquiatría-1994 cuyos síntomas se relacionan en el DS M -IV ( M anual de Estadística y Diagnóstico para Trastornos M entales).
Déficit de atención
Se describe el TDAH como una atención un tanto precaria y una actitud distraída por parte del niño. Actualmente, la distracción y la falta de atención no se consideran sinónimos. La primera, se refiere a la brevedad en cuanto a la calidad de atención y la facilidad con la que algunos niños pueden perderla. La segunda, es un proceso que consta de diferentes partes: la dirigimos (hacia algo en lo que poner la atención), la seleccionamos (algo que requiere nuestra atención en aquel momento) y la mantenemos (ponemos atención durante el tiempo necesario). También nos resistimos (evitamos cosas que inhiben nuestra atención) y la cambiamos (pasamos nuestra atención a otra cosa, si es preciso).
Cuando nos referimos a alguien como distraído, estamos diciendo que una parte de su proceso de atención se ha interrumpido. Los niños con TDAH es posible que tengan dificultad con una o todas las partes del proceso de atención. Algunos niños pueden tener dificultades en la concentración sobre una tarea (particularmente en labores rutinarias o aburridas), en empezar una tarea e incluso otros pueden perderse en las directrices durante proceso. Un observador cuidadoso puede apreciar dónde se rompe este proceso para un niño en particular.
Los síntomas del déficit de atención relacionados en el DS M -IV son:
Falta de la debida atención a los detalles o caer en errores irreflexivos en las tareas escolares u otras actividades.
Dificultad en mantener la atención en las tareas o en los juegos.
Parecer no escuchar cuando se les habla directamente.
Tener conflicto en seguir las instrucciones dadas y en acabar las tareas escolares, domésticas, etc. (no debidas a oposición o a dificultad en entender las instrucciones).
Mostrar dificultad en organizar tareas y actividades.
Evitar, les disgusta o son reacios a empezar una tarea que requiere cierto esfuerzo mental continuado (como tareas escolares).
Perder a menudo cosas necesarias para realizar sus tareas o actividades (juguetes, lápices, libros o herramientas escolares).
Distraerse con estímulos externos.
Olvidarse a menudo de las actividades diarias.
Hiperactividad
La excesiva actividad es el signo más visible del TDAH. La hiperactividad en preescolar se describe generalmente como el típico niño que está “siempre en movimiento”. Con los años, los niveles de actividad pueden disminuir.
Durante la adolescencia y durante el principio de la edad adulta la hiperactividad puede aparecer como un comportamiento agitado o intranquilo.
Los síntomas de hiperactividad relacionados en el DS M -IV son:
Realizar movimientos continuos de manos o pies o mostrarse inquieto al estar sentados.
Estos niños suelen levantarse de su silla en clase o en otras situaciones en las que se espera que permanezcan sentados.
Se mueven arriba y abajo continuamente y en situaciones inapropiadas (en la adolescencia o en la edad adulta pueden limitarse a experimentar sentimientos subjetivos de intranquilidad).
Tener dificultades en jugar o elegir actividades lúdicas que requieren cierta tranquilidad.
A menudo están “en marcha” o son demasiado dinámicos en su actuación.
Hablar en exceso.
Impulsividad
Cuando la gente piensa en impulsividad, a menudo lo hace como impulsividad cognitiva, que es actuar sin pensar. La impulsividad en los niños con TDAH es algo diferente. Esos niños actúan antes de pensar, debido a que tienen dificultad en esperar o retrasar su gratificación. Les fuerza a hablar fuera de turno, interrumpir a los demás e involucrarse en comportamientos de riesgo. El niño puede cruzar la calle sin mirar o escalar a árboles demasiado altos. Aunque este comportamiento sea de riesgo, el niño realmente no es temerario, sino que tiene gran dificultad en controlar sus impulsos. En ocasiones, son los primeros en sorprenderse al descubrir que se han expuesto a una situación de peligro y no tienen idea de cómo salirse de ella.
Los síntomas de impulsividad relacionados en el DS M -IV son:
Responder antes de haber completado la pregunta.
Interrumpir o entrometerse en las acciones de los demás (en conversaciones o juegos).
Es importante observar que en el DS M -IV, la hiperactividad y la impulsividad no se consideran características separadas ya que la hiperactividad-impulsividad es un patrón procedente de la dificultad en conseguir un comportamiento de control.
Además de los problemas con la falta de atención o hiperactividad-impulsividad, el trastorno se presenta con características asociadas. Dependiendo de la edad del niño y su desarrollo, los padres y profesores pueden apreciar baja tolerancia a la frustración, arranques de temperamento, despotismo, dificultad en seguir las reglas, falta de organización, exclusión social, autoestima pobre, bajo rendimiento académico y auto aspiraciones inadecuadas.
Otras características de diagnóstico esencial de TDAH incluyen:
Los síntomas de falta de atención, hiperactividad o impulsividad deben persistir al menos durante seis meses y ser inconsistentes con los niveles de desarrollo.
Algunos de los síntomas que ocasionan deterioro deben presentarse antes de los 7 años.
Ciertos deterioros partiendo de los síntomas se presentan en dos o más ambientes (en las tareas escolares y en casa).
La evidencia del deterioro significativo clínicamente está presente en el funcionamiento social, académico u ocupacional.
Los síntomas no suceden exclusivamente durante el curso del Trastorno de Desarrollo Global, Esquizofrenia u otros Trastornos Psicóticos y no son mejor explicados por otro trastorno mental (ejemplo: trastorno del carácter, trastorno de ansiedad, trastorno disociativos o trastorno de la personalidad).
¿Es posible que los niños presenten ocasionalmente estos signos?
De vez en cuando, todos los niños son impulsivos, activos y muestran signos de falta de atención. En el trastorno del TDAH estos comportamientos son la regla, no la excepción. Cuando un niño exterioriza estas actuaciones como sintomáticas, incluso si lo hace de forma consistente, no debe llegarse a la conclusión de que tiene el trastorno. Sólo después de haber realizado una evaluación completa, se puede asumir la existencia del mismo y es preciso realizar un control ya que, a largo plazo, puede ser un factor que redunde en posteriores complicaciones.
Tratamientos
El tratamiento conductual para niños con TDAH implica el ajuste del medio ambiente para gestionar con éxito sus interacciones sociales. Estos ajustes incluyen la creación de una mayor estructura, fomentando rutinas y fijando expectativas beneficiosas como pueden ser:
1.- Entrenamiento en habilidades sociales. Esto puede ayudar a un niño a aprender comportamientos que les ayuden a desarrollar y mantener relaciones sociales.
2.- Intervención de un psicólogo infantil que de pautas a padres y familiares, focalizándose en el tratamiento cognitivo conductual y sistémico del niño.
2.- Asesoramiento individual y capacitación para padres. La educación y apoyo para los padres puede ser una parte integral del tratamiento del TDAH .
Las necesidades de cada niño y su historia personal deben ser cuidadosamente consideradas, por lo que el asesoramiento de un terapeuta especializado es lo más indicado.
MITOS
Mitos sobre el Trastorno por Déficit de Atención :
1.- Todos los niños con Déficit de Atención son hiperactivos .
Algunos niños presentan hiperactividad , pero la mayoría no lo son.
2.- Los niños con Déficit de Atención no prestan atención .
Los niños con este trastorno a menudo sí son capaces de concentrarse en las actividades con las que disfrutan. Aunque lo intenten , tienen problemas para mantener el foco cuando la tarea es aburrida o repetitiva .
3.- Los niños con Déficit de Atención optan por ser difíciles y podrían comportarse mejor si se lo propusieran .
Los niños con el trastorno puede esforzarse , pero son incapaces de quedarse quietos , tranquilos o prestar atención. Parecen desobedientes , pero eso no quiere decir que lo hagan a propósito .
4.- En la edad adulta estos niños superarán el trastorno .
No espere a que el niño crezca para seguir un tratamiento correcto ya que, de hacerlo, estará evitando que aprenda a gestionar y minimizar los síntomas .
5.- Los medicamentos son la mejor opción de tratamiento para el Déficit de Atención.
Si bien es cierto que suelen prescribirse a menudo medicamentos adecuados, pueden no ser la mejor opción para el niño. El tratamiento realmente eficaz para el trastorno también incluye la educación , terapia cognitivo conductual , el apoyo en el hogar y la escuela , el ejercicio y una nutrición adecuada .
En síntesis, la observación conjunta de padres y maestros es de gran valor para establecer un buen criterio a la hora de decidirse por una intervención psicoterapéutica. Pero ante todo hay que tomar conciencia de que la consulta con un profesional es la mejor manera de saber con seguridad si estamos ante un trastorno o, simplemente, ante unos niños con mucha energía y motivaciones diferentes a las previstas por los padres.

domingo, 24 de marzo de 2013

100 ideas para ayudar a nuestros hijos a desarrollarse:

1. Los padres somos los primeros y los más importantes a la hora de influir en el desarrollo y en la personalidad de nuestros hijos.
2. Las normas y límites que desde la familia reciban nuestros hijos, serán los que más van a influir en ellos.
3. Si establecemos reglas, límites, normas claras y reducimos o eliminamos las críticas ganaremos comunicación y obtendremos resultados más positivos y más duraderos.
4. No por dar mucho más de lo que piden o necesitan tendremos hijos más felices y creativos sino todo lo contrario.
5. Valoramos mucho lo que no tenemos, pero deseamos, y para conseguirlo no sólo lucharemos sino que también desarrollaremos el ingenio.
6. Las privaciones nos enseñan a valorar y a cuidar lo que con esfuerzo conseguimos.
7. Si potenciamos esfuerzo potenciaremos creatividad, seguridad, autoestima, libertad, superación, valoración de objetivos conseguidos. y en general valores fundamentales para un perfecto desarrollo.
8. Si aprendemos a utilizar el refuerzo verbal y positivo incrementaremos actitudes y comportamientos mucho más adaptativos.
9. Se consigue más respeto y autocontrol con calma y serenidad que con gritos y exigencias.
10. Antes de reñirles pensémoslo 3 veces y después intentemos animarles para conseguir los objetivos que deseamos modificar o incorporar.
11. Para educar, mejor hablar con calma que con gritos, si gritamos transmitimos mensajes cargados de agresividad y ansiedad, de ahí que consigamos todo lo contrario de lo que pretendemos.
12. Si cada vez que observamos un comportamiento positivo lo valoramos y lo reforzamos, automáticamente lo convertiremos en algo importante y como tal tenderá a repetirse.
13. Si además lo registramos, la importancia aún será mayor y con ello incrementaremos el orgullo por lo bien hecho y la autoestima se incrementará.
14. Y si además lo comentamos como algo importante, ante la familia o con los amigos (cuando nuestros hijos estén delante), su repetición estará garantizada y con ello su aprendizaje.
15. Cuanto mayor sea la lista de comportamientos positivos anotados mayores serán los objetivos que desearemos conseguir y con ello estaremos garantizando la adquisición de hábitos adecuados.
16. Un hábito se adquiere con la repetición y una vez adquirido es muy difícil modificarlo.
17. Es mucho mejor crear hábitos saludables que modificar los inadecuados, el tiempo dedicado a ello habrá merecido la pena.
18. Se consigue mucho más con refuerzo positivo que con castigo.
19. El castigo lleva a mentir para ocultar errores cometidos y con la mentira no sólo aprenderemos a mentir a los demás sino también a mentirnos a nosotros mismos.
20. El castigo conlleva resentimiento, sensación de fracaso, agresividad entre otras cosas, por ello cuanto menos lo utilicemos mejor.
21. El refuerzo positivo nos lleva a desear repetir y a no tener que ocultar, a querer que los demás conozcan lo que hacemos bien y a sentirnos seguros.
22. Las críticas y censuras inhiben, las alabanzas potencian el aprendizaje y el correcto desarrollo evolutivo.
23. Las críticas hechas, cuando estamos enfadados, impiden el autocontrol y conducen a decir barbaridades que decimos pero que no creemos ni sentimos.
24. Lo dicho con respeto genera confianza, seguridad, autoestima, satisfacción y en general deseos de superación.
25. Se corrige más alabando lo positivo que castigando o criticando los errores.
26. Cuando alabamos un mínimo esfuerzo estamos sentando bases para lograr grandes objetivos.
27. Si nos mostramos orgullosos por pequeños detalles bien hechos estaremos dando alas y sentando las bases para realizar grandes esfuerzos y conseguir grandes objetivos.
28. Si aceptamos a nuestros hijos como son y no como nos gustaría que fueran les estaremos enseñando respeto, seguridad en sí mismos y autoestima.
29. Las comparaciones son odiosas, aportan más daño que beneficio, generan inseguridad, miedos, sentimientos de fracaso, falta de autoestima, inhibición y mucha inseguridad.
30. Si enseñamos a ver lo positivo de los demás estaremos aprendiendo a ver lo positivo en nosotros mismos.
31. Si enseñamos a ver lo positivo de los demás estaremos aprendiendo a establecer relaciones gratificantes y a percibir y a compartir lo mejor de cada uno.
32. Si obligamos a nuestros hijos a respetar las normas y los límites estaremos sentando las bases para ser personas equilibradas, sin traumas, felices consigo mismas y con el medio que les rodea pues sabrán siempre a qué atenerse y a no estar desorientados.
33. Si permitimos que se salten las normas cuando son pequeños no sabrán respetarlas conforme vayan creciendo.
34. Si permitimos que nuestros hijos se salgan siempre con la suya estaremos gestando adultos egoístas e insatisfechos con todo.
35. Beneficiamos más a nuestros hijos cuando los padres nos ponemos de acuerdo en las decisiones que tomamos que cuando uno decide una cosa y el otro le lleva la contraria.
36. El desacuerdo entre los padres genera ambigüedad y manipulación, el acuerdo seguridad y respeto.
37. Conseguimos más pidiendo las cosas que ordenándolas.
38. Conseguimos más dialogando que exigiendo.
39. Si ordenamos y exigimos sin diálogo, impediremos que puedan desarrollarse otros puntos de vista y otras alternativas.
40. Si tenemos en cuenta otros puntos de vista y otras alternativas estaremos potenciando nuestro desarrollo personal.
41. No hay mejor modelo que unos buenos padres y no hay mejor escuela que un buen modelo.
42. Se aprende mucho más a través de los modelos que a través de la teoría.
43. Una promesa hay que cumplirla por encima de todo pues con ello generaremos confianza, seguridad, valores, ideas claras y en consecuencia saber muy bien a qué atenernos en todo momento.
44. Cuando se toma una decisión sobre lo que es correcto hacer, hay que mantenerla y si nos hemos equivocado aprender de ello para no volver a equivocarnos.
45. Si cambiamos continuamente de opinión sobre lo que deben hacer nuestros hijos estaremos generando ambigüedad y desorientación.
46. Dejemos que nuestros hijos cometan errores, no lo hagamos todo nosotros para evitarles problemas, pues de hacerlo así, los estaremos creando.
47. No consideremos los errores como fracasos sino como posibilidades para aprender y poder salir fortalecidos de ellos.
48. Es importante que nuestros niños aprendan a frustrarse, pero solemos impedírselo porque les damos todo mucho antes de que nos lo pidan, incluso aunque no lo hayan pedido ni les haga ninguna falta.
49. Es fundamental aprender a dilatar la gratificación y aprender a esperar el premio para poder aprender a enfrentarnos a la frustración y poder adquirir las habilidades necesarias para combatirla.
50. La sobreprotección pasa factura pues genera personas inseguras.
51. Para aprender hay que cometer errores pues de los errores se aprende.
52. Cuantos más errores cometamos mayor nº de veces lo habremos intentado y mayores recursos y habilidades podremos adquirir.
53. No se consiguen grandes metas sin antes haberlas intentado.
54. Los grandes científicos cometieron muchos errores hasta lograr su objetivo final
55. Si enseñamos a nuestros hijos a decir la verdad aprenderán a no ocultar, a asumir responsabilidades, a aprender de las consecuencias, a ser sinceros con ellos mismos, a ser honestos y a sentirse orgullosos de sí mismos.
56. Si aprendemos a escuchar podremos enseñar a escuchar, a compartir dudas, a confiar, a razonar, a reconocer errores, a dialogar y la comunicación vendrá sola.
57. Es más importante aprender a controlar, aprendiendo a escuchar, que aprender a anticipar sin dejar terminar lo que nos están diciendo.
58. Si aprendo a escuchar, aprenderé a concentrarme en lo que otros puedan decirme y a no generar ideas equivocadas.
59. Si aprendo a escuchar estaré aprendiendo a razonar y a comprender, a ponerme en el lugar de los otros, a valorarles, a hacerles sentirse importantes y los beneficiados seremos todos.
60. Si aprendemos a escuchar y a no gritar, cuando no estamos de acuerdo, estaremos enseñando a razonar y a dialogar.
61. No tiene más razón quien más grita sino quien, a través de la escucha activa, ofrece más alternativas.
62. Es más fácil equivocarse cuando nos precipitamos que cuando esperamos y escuchamos.
63. Si aprendemos a escuchar a los demás también aprenderemos a escucharnos a nosotros mismos.
64. Si admitimos que nos hemos equivocado ganaremos respeto y sentaremos las bases para poder corregir los errores.
65. Es más importante admitir un error y poner los medios para corregirlo que negarlo para que otros no nos critiquen.
66. El equivocarse es de sabios, se cometen muchos errores hasta descubrir un gran resultado.
67. Los errores son muy importantes no los veamos como fracasos sino como medios para conseguir un fin.
68. Si cuando hacemos algo bien hecho nos lo valoran tenderemos a repetirlo, mucho más que si nos critican lo que hacemos mal.
69. La base del aprendizaje es la repetición, cuanto más repitamos algo, mejor lo aprenderemos.
70. Nos sentiremos más importantes y más seguros cuando nos valoren lo bien hecho y, nos sentiremos más inseguros y más fracasados cuando nos critiquen por lo que hemos hecho mal.
71. Si alabamos y valoramos el esfuerzo realizado conseguiremos mucho más que si lo obviamos.
72. Se aprende mucho más a través de los hechos que a través de las palabras.
73. La teoría es útil y necesaria, pues aporta información, pero si la teoría dice una cosa y los hechos dicen otra aprenderemos lo que digan los hechos.
74. Si decimos una cosa y hacemos otra estaremos transmitiendo inseguridad, falta de sinceridad y mucha desorientación.
75. Si enseñamos a respetar a los demás estaremos enseñando a respetarnos a nosotros mismos.
76. Si enseñamos a respetar lo que nos rodea, enseñaremos a valorar lo que tenemos, a sentirnos orgullosos, a ser objetivos, a captar lo mejor y lo más positivo del medio.
77. No podemos pedir que recojan su habitación, si cuando vamos por la calle nos ven tirar un cigarrillo o un papel al suelo.
78. En el colegio nos enseñan teoría, pero en casa podemos aprender la práctica, y los padres somos los mejores profesores de nuestros hijos.
79. Un minuto dedicado a escuchar a nuestros hijos, será un minuto durante el cual nuestros hijos podrán sentirse importantes, porque alguien valorará lo que están diciendo.
80. Cuanta más importancia tiene una cosa más tiempo le dedicamos ¿por qué no hacer lo mismo con nuestros hijos, si es lo más importante que tenemos?
81. Lo que para nosotros puede ser una tontería para nuestros hijos puede ser lo más importante del mundo.
82. Si les escuchamos les enseñamos a dialogar, a expresar sentimientos, a no sentir vergüenza por lo que dicen o piensan y eso es muy importante para su desarrollo.
83. Tener pocos años implica tener poca experiencia pero los padres podemos enseñarles a ser mejores adultos.
84. Quererles y decírselo, les ayuda mucho más que darlo por hecho y no decirlo por ser obvio.
85. Al darles besos y achuchones cariñosos hará que valoren lo importantes que son para nosotros y eso permitirá que se sientan mucho más seguros.
86. Si transmitimos optimismo, estaremos enseñando a ver lo positivo y con ello garantizaremos el bienestar, la alegría, la satisfacción personal y las ganas por compartir nuestras emociones.
87. La mejor escuela de la vida es el ejemplo de los padres.
88. Son mucho más útiles los ejemplos, a través de nuestros comportamientos, que las mejores teorías.
89. La misión de los padres es orientar, aclarar ideas, amar a nuestros hijos sin comparaciones, comprenderles, incentivarles, ayudarles pero sobre todo es ser un buen modelo.
90. Si no escatimamos esfuerzos nos beneficiaremos todos.
91. A mayor esfuerzo mayor logro y a mayor logro mayor autoestima.
92. Si les pillamos haciendo algo bien, nosotros aprenderemos este hábito y con él garantizaremos su aprendizaje, su espíritu de superación, su seguridad y su autoestima.
93. Cuando repiten lo que saben que ha gustado están aprendiendo pues la repetición es la base de todo aprendizaje.
94. Para conseguir resultados positivos hay que aplicar lo aprendido con perseverancia.
95. Es mejor marcar metas pequeñas y celebrar los éxitos que marcarles metas grandes pero imposibles.
96. Es más importante reforzar los logros a corto plazo que exigir alcanzarlos a largo plazo.
97. Si realizamos críticas delante de nuestros hijos les enseñaremos a criticar y a no valorar los potenciales que todos tenemos.
98. Es fundamental focalizar la atención en los puntos fuertes de nuestros hijos por mínimos que sean, minimizando sus dificultades, potenciando sus recursos y valorando sus habilidades.
99. Todos somos genios en potencia, desarrollemos la genialidad y ayudemos a nuestros hijos a conseguirla.
100. Cuanto antes comencemos a trabajar mejores resultados obtendremos.
101. Nuestros hijos son nuestro futuro, no escatimemos esfuerzos pues todos nos beneficiaremos de ello.
102. Trasmitamos a nuestros hijos que si nos lo proponemos por conseguirlo seremos capaces de mejorar, aprender y progresar en todos los sentidos y en todos los ámbitos de la vida.
103. Por último decir que siempre es mejor prevenir que curar.
Autora: Dª Ana Mª Bastida de Miguel
Licenciada en Psicología – Máster en Psicología Clínica
Psicoterapeuta por la EFPA/COP (Certificado Europeo de Psicóloga Especialista en Psicoterapia)
Postgrado Universitario en Medicina Psicosomática y
Colegiada R-00478 / PAM-008

domingo, 17 de marzo de 2013

Bullying:

“No quiero ir a la escuela…” puede ser la primera manifestación de que un niño está en problemas. En ocasiones acompañada por signos tales como dolores imprecisos, malestares diversos o dificultades para salir de la cama, la frase, sin embargo, suele aludir a cierta clase de cosas que no tienen que ver con la próxima prueba de Matemática o las exigencias de la profesora de Geografía. Y sí con algo que para niños y jóvenes suele ser vivencialmente más importante: la relación con sus pares. En realidad, muchas veces los puntos suspensivos serían cubiertos –si el chico se animara– por la explicación “porque me hacen la vida imposible”.
El fenómeno del acoso escolar (bullying, en inglés), también llamado intimidación, hostigamiento, matonaje o bravuconeada, se está convirtiendo en un tema acuciante de la realidad escolar en todo el mundo y se refiere, específicamente, a maltrato físico o verbal sistemático por parte de uno o más alumnos hacia otro.
El maltrato puede consistir en agresiones físicas, daño a objetos personales, pequeños hurtos, amenazas, burlas, insultos, aislamiento, difusión de calumnias o cualquier recurso destinado a someter a alguien a una situación de inferioridad y humillación.
En general, el acto cuenta con espectadores, que suelen formar parte de un grupo acosador o que simplemente “disfrutan” del espectáculo; se divierten con las bromas y/o tratan de asociarse con el acosador para “compartir” su poder y, a través de él, llegar a hacer algo que quizá deseen, pero no se animan a concretar. También, por supuesto, lo hacen para evitar que se los coloque en el papel de acosados.
Si bien esta clase de fenómenos ha ocurrido en todas las épocas, ahora parece haber obtenido su “credencial” y aunque tal situación pudiera significar que se produce con mayor frecuencia, al mismo tiempo indica una tendencia a hacerse público que contribuye notablemente a iniciar caminos para su prevención, ya que uno de las factores que siempre lo han hecho difícil de abordar es su secreto, su clandestinidad, la ignorancia, conciente o inconsciente de los adultos al respecto. De alguna manera –y salvando las distancias– es un comportamiento “mafioso”, cuyo éxito se basa en el principio iniciático de esas organizaciones: la “omertá”, la ley del silencio tanto de víctimas como de victimarios.
En todas las edades y situaciones de la vida. Resulta claro que los grupos sociales y las diversas culturas establecen ciertos patrones de conducta considerados legítimos para lograrlo, por ejemplo: la realización de obras significativas, el prestigio logrado por una trayectoria de vida, la actitud generosa hacia los demás, el uso creativo de los propios talentos intelectuales, sociales o físicos, etc.
Sin embargo, no siempre y no para todos es posible alcanzar ese objetivo a través de esos medios y, por diversas razones, algunas personas apelan entonces a formas espurias de ganar poder y sentirse importantes, como por ejemplo el “bullying”. En muchos casos, suelen contar con el sostén de creencias socioculturales, que no sólo no impiden sino que facilitan que sus actos intimidatorios se realicen y además queden impunes.
En efecto, en algunos casos los adultos responsables –padres y maestros- no perciben la situación y en otros, si bien de algún modo la perciben o sospechan, la minimizan debido a que juegan en ellos ciertas ideas arraigadas que se resisten tenazmente a la prueba de realidad.
Respecto de los padres, suele suceder que no intervengan porque:
* “Son cosas de chicos.”
* “Tiene que aprender a vivir.”
* “Tiene que hacerse hombre.”
* “No hay que ser buchón (delator).”
* “Si se dejó pegar, se merece que lo castigue, por flojo…”
* “No vamos a estar metiéndonos en cada pavada…”
* “Sucedió en la escuela, que lo resuelvan ellos…”
Respecto de los docentes, suele jugar en contra de su intervención que:
* Muchas veces los episodios de acoso no afectan el “normal desarrollo de las actividades”.
* En general, no se realizan en el aula ni a la vista de todos.
Resulta claro que cuando alguien se niega sistemáticamente a afrontar la realidad, ésta suele caer de golpe como un baldazo en el momento menos pensado: se han producido casos de “bullying”, sobre todo en los primeros años de enseñanza secundaria –edad estadísticamente crítica– que culminaron en suicidios u homicidios, ante la sorpresa y la perplejidad de adultos que no asumieron la gravedad que estos episodios pueden tener cuando se sostienen en el tiempo e incrementan progresivamente la soledad y la impotencia de las víctimas.
No cualquiera es acosador y no cualquiera es acosado. Aunque sí cualquiera puede ser espectador, y este factor tiene suma importancia en tren de avanzar hacia las soluciones porque sin público no hay espectáculo y, al no ser protagonistas, los espectadores son a veces más susceptibles de intervención adulta que los participantes directos.
Por ejemplo, durante la investigación de un hecho en el ámbito escolar, los espectadores no tendrían que pasar por la difícil situación de autoacusarse (como el acosador) ni por la de acusar (como el acosado). Serían testigos y, sin importar el mayor o menor placer que les haya proporcionado la situación, podrían ser invitados a mantener una ronda de conversaciones para describir los hechos y reflexionar sobre sus posibles consecuencias. Inclusive, si es necesario, podrán conservar el anonimato, tanto propio como de los protagonistas del hecho.
Más aún, ya sea como resultado de instrucciones precisas o espontáneamente, un “¡Basta ya!”, dicho en forma decidida por uno o más de los asistentes a un acto intimidatorio puede acabar rápidamente con la situación de violencia y sentar un precedente valioso para otras similares.
Acosadores y acosados, en cambio, son menos accesibles y suelen presentar algunos de los siguientes rasgos, no en forma estricta pero con bastante frecuencia:
Acosadores:
* Tienen problemas de autoestima.
* Por alguna razón no pueden destacarse de otro modo.
* Provienen de familias donde la violencia se considera normal para resolver los problemas.
* Son mayores o más fuertes que la mayoría de sus compañeros.
* Son líderes carismáticos, por admiración o temor.
* Por lo general, son extrovertidos, impulsivos.
* Pueden estar vengándose de abusos sufridos.
* Pueden estar movidos por la envidia.
* Padecen algún grado de “alexitimia”, es decir, de dificultad para reconocer los sentimientos propios y ajenos.
* Por razones culturales-familiares, de las dos formas posibles de “sobresalir”, elevarse uno o inferiorizar a los otros, eligen la segunda.
Acosados:
* Son tímidos, temerosos.
* Son menores, más débiles o torpes que la mayoría de los compañeros.
* Pertenecen a alguna minoría dentro de la mayoría del aula: de género, étnica, social o de preferencias, por ejemplo, un varón que no gusta del fútbol.
* Son solitarios, no tienen amigos.
* Por lo general, son introvertidos.
* Son recién llegados.
* Tienen alguna desventaja física
* Se destacan intelectualmente (“tragalibros”) y provocan envidia.
* Son poco asertivos, acceden rápidamente a las demandas de los otros para “evitarse problemas”.
* Alguna vez denunciaron un maltrato y quedaron etiquetados.
* Tienen gran necesidad de ser aceptados por los demás.
* Suelen creer que soportar pasivamente las adversidades es la mejor forma de lidiar con ellas.
* Si aguantan lo suficiente, al fin sus dificultades se agotarán. Por razones culturales-familiares, pueden creer que no responder nunca a la violencia de otros es la mejor forma de apaciguarlos.
* Muchas veces son acosadores en potencia y, como en el famoso “síndrome de Estocolmo”, admiran a quien los maltrata e intentan identificarse con él.
Por supuesto, a menudo sucede que los rasgos se mezclan y aparecen los mismos en unos y otros, y suelen manifestarse de un modo inverso o reactivo. Por ejemplo: un problema de baja autoestima que se muestra como sobrevaloración.
El filósofo K. Popper enunció una vez la famosa paradoja de la tolerancia que, en pocas palabras, consiste en que ser tolerante con un intolerante puede volverlo más intolerante aún. Este es, básicamente, el nudo fundamental del problema y quizá sea una de las causas por las cuales fracasen al abordarlo tanto los partidarios del “ojo por ojo” como los de un cierto “pacifismo ingenuo”, convencidos de que, por ejemplo, una correcta argumentación racional podrá bastar para modificar una actitud intimidatoria que, justamente, no se asienta sobre bases racionales.
De ello derivan la dificultad y, probablemente, el ocultamiento: parece ser una de esas situaciones paradojales en las que cualquier acción que se lleve a cabo estará mal. No sirve que el acosado reaccione violentamente, no sirve que se someta y no sirve que trate de “negociar” racionalmente con el acosador.
Sin embargo, como en tantas otras situaciones humanas, por complejas que sean, algo es posible hacer. En primer lugar, es necesario distinguir claramente el acoso, que es una conducta cruel sistemática, de la violencia ocasional por razones circunstanciales, que es prácticamente imposible erradicar en su totalidad de ningún grupo humano.
En segundo lugar, es necesario que los adultos asuman que el problema existe, que es más frecuente de lo que parece, que puede tener consecuencias graves y, especialmente, que ellos deben intervenir y que deben hacerlo lo más pronto posible. Porque las situaciones de malestar crónico, individuales o colectivas, si no se detienen, crecen. Y no pueden sostenerse mucho tiempo sin ocasionar daños a veces irreparables.
En tercer lugar, es necesario intensificar y perfeccionar la escucha de padres y maestros, en el doble sentido de estar atentos a signos que pueden indicar situaciones de acoso, y también de creerles en principio a los niños cuando denuncian algún caso, aun cuando se reserven el derecho de indagar con precisión de qué se trata.
En cuarto lugar, es esencial convencerse –y actuar en consecuencia– de que este tipo de comportamientos nacen, crecen y proliferan en terrenos culturalmente fértiles. Si se va un acosador y no cambia el consenso cultural, muy probablemente aparecerá otro. La clave reside en crear condiciones institucionales en las que la crueldad y el acoso sean mal vistos. En las que se inviertan los valores que sostienen esas actitudes y se vaya debilitando la tentación de participar de algo que “todo el mundo sabe que es negativo”.
Hay que crear condiciones en las que “hostigar a otro no sea negocio”, no convenga, no sólo por las consecuencias normativas sino, especialmente, por las sociales. Y, para ello, no basta con oponerse a lo que se considera negativo; es necesario proponer actitudes alternativas, es decir, generar toda clase de situaciones en las que se resalten y se hagan evidentes las tendencias hacia la empatía y el altruismo. Dichas tendencias están presentes en todas las personas, incluso los reales o virtuales acosadores, quienes bien podrían cambiar su actitud ante una invitación a hacer un uso más valioso (y valorado) de su liderazgo. De esta manera, se satisface su necesidad de “ser importante”, pero cambiando el argumento.
De todos modos, si bien hay que atender a los dos (acosador y acosado) -sin desestimar el hecho de que el primero puede haber llegado a asumir ese papel por haber sido víctima antes- la prioridad la tiene el acosado, por lo degradante de su situación y por los riesgos que tal condición implica para sí mismo y para los demás. La amarga pregunta sin respuesta “¿Por qué a mí?” ha perseguido incluso hasta la adultez a muchos niños y sanar las heridas de su autoestima les ha requerido un enorme esfuerzo. Conviene aclarar que nos referimos a aquellos casos en los que tal esfuerzo puede considerarse el “mal menor”, ya que fue posible evitar alguna explosión de violencia que ocasionara un desastre en sus vidas o en las de otros.
Una de las mejores formas de ayudar al acosado real o virtual es informarle que, según sus propias confesiones, esa clase de hechos le ha sucedido y le sucede a muchas personas, incluso a muchos que hoy son adultos normales y destacados en diversas actividades. Es decir, no es estrictamente “su culpa” ni tampoco un estigma que deberá llevar de por vida: es una etapa que podrá ser superada, como tantas otras. Esta clase de mensaje, transmitido con convicción, suele tener un efecto psicológico preventivo y sanador.
Otra forma consiste en entrenar a los niños y jóvenes en aquello que hemos denominado antes capacidad asertiva. Es decir, la forma saludable de escapar a la trampa de someterse o responder con violencia. Muchas veces, la amenaza del acosador es mucho más simbólica que real, cuando no puro alarde, y un rechazo liso y llano expresado con seguridad puede detener el proceso, antes de que sea convierta en un caso real de intimidación.
Por último, la manera principal y fundamental de ayudar al acosador (y, al mismo tiempo, a todos los demás) es detener su acción. Para ello, la escuela tiene el derecho de establecer, acordar y hacer cumplir las normas que considere adecuadas, según los siguientes principios básicos: a) son las que le permiten sostener el esfuerzo de gobernar la institución, y b) son efectivas en la prevención e interrupción de círculos viciosos de violencia, como es el caso del “bullying”.
Es probable que éste sea el tema que más duramente desafíe a la relación escuela-padres. Por tal motivo, es necesario poner la lupa sobre él, instalarlo en la agenda institucional, buscar apoyo profesional, requerir información de lugares donde se investiga y se experimentan soluciones sobre el asunto y, una vez trabajado en el ámbito de la escuela o centro, abrirlo a la consideración de los padres en general y especialmente de aquellos cuyos hijos se han visto involucrados en algún episodio de intimidación.
Con seguridad, existen muchas cosas que se pueden hacer desde la escuela a fin de comenzar a producir el cambio cultural necesario para que los comportamientos de acoso se extingan. A continuación, algunas sugerencias:
* En principio, es necesario estar atento pero no alarmar(se). Aunque haya algún caso patológico, en general se trata de conductas que en diferentes medidas y contextos son humanas (demasiado humanas, diría Nietzsche…). Innumerables ejemplos de liderazgos fatídicos, seguidos por millones de “adultos instruidos”, abundan en la Historia. Además, el estado de alarma no es el mejor para pensar y, paradójicamente, puede prestarle un servicio al acoso al hacerle notar a los acosadores, reales o potenciales, lo que son capaces de provocar en los adultos.
* Muchas veces, ante un primer caso, la actitud serena y firme de los directivos o docentes ha hecho desistir para siempre de sus intentos a un acosador. En este caso, como en tantas otras situaciones, la detección precoz, es fundamental. Argumentos similares a “no es como para estar orgulloso”, “nadie lo estará, ni nosotros ni tus padres y además, acá, no estamos dispuestos a permitirlo…” pueden resultar increíblemente efectivos.
* Por otra parte, los acosadores reales o potenciales son minoría. De modo que, sobre la base de lo anteriormente dicho respecto de los espectadores/testigos y el concepto de grupo escolar como un todo, la presión sobre esa minoría puede llegar a ser muy grande. La mayoría no es acosador ni acosado, pero algunos de sus miembros pueden ser acosados si se dan ciertas circunstancias. Crear esa conciencia ayuda, con toda seguridad, a una nueva cultura.
* Debido a que el secreto es el factor clave de estos comportamientos, todo lo que se haga para darle estado público al problema será conveniente, siempre que no vulnere la privacidad de nadie: carteleras, concursos de afiches, tratamiento en Consejos de alumnos o Centros de estudiantes, trabajo de colaboración con los líderes positivos del alumnado, proyección de videos con debate, clases especiales, circulación de hojas volantes, Jornadas contra el abuso, etc. Usamos el término abuso con toda intención, ya que el propósito consiste en ir creando una microcultura inmune a los abusos de todo tipo, incluidos los casos de “bullying”. Tratarlos así permite enfocar mejor, incluirlos dentro de un repertorio de conductas que también se ligan con cierta “cultura machista” y, de paso, no hacerle publicidad al “bullying” por nombrarlo excesivamente.
* Suele afirmarse que “salvo las enfermedades y los desastres climáticos, más del 90% de los problemas del mundo son resultado de que existan personas que no mantienen sus acuerdos”. No podemos comprobar si es exactamente así, pero el sentido de la idea puede tener un significativo efecto en una comunidad si se la sostiene con firmeza. Si entendemos como comportamiento abusivo todo aquel que supone un mal-uso, o uso indebido del cuerpo, las ideas, los sentimientos, el buen nombre, los objetos, el espacio o el tiempo de otro, una buena consigna para instalar y sobre la cual acordar podría ser: “No al abuso, sí al respeto”. Y una parte importante del acuerdo debería consistir en que denunciar un abuso no es ser delator sino cuidador del bien común. Porque en una “cultura del abuso”, nadie está a salvo.
* Las escuelas deberían elaborar una política al respecto. Es decir, no deberían reaccionar como si cada vez fuera la primera y sí prever ciertos procedimientos acordados por directivos y docentes (y eventualmente alumnos y padres) sobre qué hacer y fundamentalmente qué no hacer ante una denuncia o una sospecha.
* Es necesario interiorizarse en la mayor medida posible acerca de ciertos rasgos de la cultura infanto-juvenil, que suelen tener mucha influencia y que los adultos a veces desconocen o minimizan. Por ejemplo, no es rara la situación en que acosador y acosado son amigos y están unidos por un apego afectivo que sobrevive a los episodios de acoso, burla o humillación. Son relaciones que ejemplifican casos tales como Abbot y Costello o Laurel y Hardy, o “Los tres chiflados”, donde uno de ellos siempre es el despistado o torpe y termina ridiculizado. Estos casos son difíciles porque ponen sobre el tapete una cuestión fundamental, nunca mejor expresada que en el viejo dicho judío: “Dime en qué carro viajas y te diré qué canción cantas”. Es muy difícil para un chico (y también para un adulto) “cantar otra canción” salvo la que cantan aquellos que viajan en “su carro” y, por consiguiente, nuestra propuesta consiste en comenzar a crear “una nueva canción” que sea válida para todos o al menos para la mayoría.
* Desde el punto de vista práctico, muchas investigaciones demuestran que la actitud alerta de los adultos dentro del edificio escolar suele disminuir sensiblemente los episodios de acoso. Es imprescindible supervisar que los alumnos estén en clase mientras deban estarlo, vigilar los baños, pasillos, depósitos, laboratorios y otros lugares en los que se pueda permanecer cierto tiempo fuera del control de los adultos. También, en el caso de los responsables de aula, se debe prestar atención a cambios significativos en la conducta de uno o más alumnos, tales como: aislamiento, silencios persistentes, ausencias reiteradas, desatención, alteraciones bruscas en el rendimiento académico, etc.
* La escuela debería mostrarse ampliamente receptiva ante todo comentario o denuncia que algún padre formule, aun cuando fuere en grado de sospecha, en forma personal o a través de la Asociación de Padres y Maestros, si la hubiera. Y, por supuesto, una vez logrado un acuerdo institucional básico sobre el tema, será necesario programar encuentros con padres, de carácter general y/o dirigidos a aquellos cuyos hijos están o se supone que puedan estar involucrados en situaciones de acoso. Aunque no siempre ocurre, para muchos padres, tanto de víctimas como de victimarios, enterarse de la situación resulta una sorpresa y ese sólo hecho sumado a la posibilidad de compartirlo con otras personas en situación similar (o complementaria) suele tener resultados beneficiosos que se trasladan a cambios en la crianza de sus hijos. Por supuesto, también se da el caso de padres que avalan la conducta de sus hijos por razones “ideológicas” tales como: “Él trata de imponerse, eso es normal, el problema lo tienen los otros” o “Fue criado para no usar nunca la violencia para resolver los problemas”. En general, son minoría. En la mayoría de los casos, ante la presión de la realidad y de la fuerza de las normas institucionales en especial, tales creencias suelen ceder por convicción o por necesidad.
* En este caso, como en otros, la escuela debiera convertirse en un foco de iniciativas, en principio referidas a la circulación de información en red, de todos con todos: padres con hijos, padres con padres, maestros con alumnos, maestros con padres, maestros con maestros, directivos con todos los demás. Y todos, a su vez, con profesionales que puedan transmitir conocimientos y experiencias útiles, aplicadas en lugares donde la situación ya fue antes descripta y afrontada como problema.
Rolando Martiñá:”La comunicación con los padres”, roquel Buenos Aires, 2007

domingo, 10 de marzo de 2013

La Música y el Desarrollo Cerebral Infantil

La música es un medio de expresión universal, se cree que sus orígenes se relacionan con la propia voz del hombre. Los primeros instrumentos musicales aparecieron hacia el año 2500 a.C., en la cultura egipcia. En la Grecia y Roma antiguas, alrededor del siglo v a.C., la música fue esencialmente vocal, e hizo uso de instrumentos de percusión, de cuerda y de viento. Alrededor del siglo v d.C., la era cristiana trajo consigo la aparición de cantos litúrgicos. En la Edad Media aparecieron los cantos gregorianos como la manifestación musical más importante de la época. En los siglos XVII y XVIII apareció la ópera, que con la música instrumental y los grandes compositores de música clásica (Vivaldi, Beethoven, Schubert, Brahms, Mozart y otros), representaron la madurez de la música.
En los siglos XIX y XX se produjo una ampliación y perfeccionamiento de los diferentes instrumentos musicales. La música comenzó a utilizarse como método terapéutico especialmente en la segunda mitad del siglo XX, debido al reconocimiento de sus efectos sobre el estado afectivo y de atención de los individuos.
El Cerebro
El cerebro humano constituye el órgano más importante y de mayor complejidad del sistema nervioso, es un órgano que durante la infancia sufre cambios madurativos y que es altamente sensible a los estímulos externos. Anatómicamente lo podemos dividir en dos hemisferios (derecho e izquierdo), cada uno con características funcionales diferentes y especiales, compuestos por lóbulos y cubiertos por una estructura denominada corteza cerebral en la cual se encuentran las áreas del desarrollo humano.
Los estudios neuroanatómicos han demostrado que el hemisferio izquierdo se especializa en el procesamiento del lenguaje y el hemisferio derecho en la percepción y procesamiento de la música.
El cerebro humano funciona por medio de conexiones (sinapsis) que realizan las células cerebrales denominadas neuronas y que son las encargadas de transmitir el impulso nervioso que determina nuestra conducta.
El cerebro humano presenta una alta capacidad de aprendizaje y posee la propiedad de funcionar en situaciones extremas o de déficit tanto orgánicos como funcionales, esta capacidad se denomina plasticidad cerebral.
El efecto “Mozart” y el efecto “Tomatis”
A mediados del siglo XX, un médico otorrinolaringólogo francés Alfred Tomatis, inició una propuesta de rehabilitación dirigida a personas con dificultades auditivas o de lenguaje.
Su programa terapéutico consistía en la estimulación musical a través de escuchar piezas de Mozart y otros compositores clásicos, obteniendo cambios positivos en la rehabilitación del lenguaje y en el desarrollo del habla, a este efecto se le ha denominado “efecto Tomatis”. Asimismo este eminente médico, elaboró un nuevo modelo de crecimiento y desarrollo del oído humano y reconoció que el feto escucha sonidos dentro del útero materno (tales como los movimientos de la digestión, los ritmos cardíacos y la respiración de la madre). Observó también que el recién nacido se relaja cuando oye la voz de la madre.
En 1993, Rauscher y colaboradores de la Universidad de California, publicaron los resultados obtenidos en una investigación realizada con grupos de estudiantes universitarios, a quienes se les expuso a escuchar durante 10 minutos una sonata de Mozart, logrando puntuaciones altas en las pruebas de habilidades visuoespaciales y cognitivas en general, así como un incremento transitorio del cociente intelectual. A este hallazgo se le denominó “efecto Mozart”.
Estudios posteriores han demostrado que el escuchar música de Mozart desencadena cambios de conducta (en relación a estados de alerta y calma), afectividad (induce estados emotivos) y metabólicos (aumento del contenido de calcio y dopamina en el cerebro).
La música y sus efectos en el desarrollo del cerebro
Las investigaciones que se han referido al efecto de la música sobre el cerebro infantil, han coincidido en que ésta provoca una activación de la corteza cerebral, específicamente las zonas frontal y occipital, implicadas en el procesamiento espaciotemporal.
Asimismo al evaluar los efectos de la música a través de registros de electroencefalogramas, se ha encontrado que la música origina una actividad eléctrica cerebral tipo alfa. Todo lo anterior se traduce en lo siguiente: la música (sobre todo la música clásica, de Mozart) provoca:
* Aumento en la capacidad de memoria, atención y concentración de los niños.
* Mejora la habilidad para resolver problemas matemáticos y de razonamiento complejos.
* Es una manera de expresarse.
* Introduce a los niños a los sonidos y significados de las palabras y fortalece el aprendizaje.
* Brinda la oportunidad para que los niños interactuen entre sí y con los adultos.
* Estimula la creatividad y la imaginación infantil.
* Al combinarse con el baile, estimula los sentidos, el equilibrio, y el desarrollo muscular.
* Provoca la evocación de recuerdos e imágenes con lo cual se enriquece el intelecto.
* Estimula el desarrollo integral del niño, al actuar sobre todas las áreas del desarrollo.
Para concluir sólo resto decir que la música representa un papel importante en el proceso enseñanza aprendizaje de los alumnos (sobre todo los de educación inicial), por lo tanto, los maestros, las instituciones educativas, los padres y el personal de salud, deben conocer los alcances y beneficios que se derivan del empleo de la música como parte importante de la educación integral del menor.
Por: Dr Eduardo R. Hernández González.
Pediatra y Terapeuta de la Conducta Infantil.

domingo, 3 de marzo de 2013

Las Inteligencias Multiples

El doctor Howard Gardner, director del Proyecto Zero y profesor de psicología y ciencias de la educación en la Universidad de Harvard, ha propuesto desde 1993 su teoría de las Inteligencias Múltiples. A través de esta teoría el Dr Gardner llegó a la conclusión de que la inteligencia no es algo innato y fijo que domina todas las destrezas y habilidades de resolución de problemas que posee el ser humano, ha establecido que la inteligencia está localizada en diferentes áreas del cerebro, interconectadas entre sí y que pueden también trabajar en forma individual, teniendo la propiedad de desarrollarse ampliamente si encuentran un ambiente que ofrezca las condiciones necesarias para ello.

Por primera vez, en 1993, Gardner señaló que existen siete inteligencias. Estas son: la lingüística-verbal, la lógica-matemática, la física-cinestésica, la espacial, la musical, la interpersonal y la intrapersonal. Luego basándose en los estudios más recientes establece que hay más inteligencias: la naturalista, la espiritualista, la existencial, la digital y otras.
Los educadores que realizan proyectos educativos con las Siete Inteligencias Múltiples han incorporado la inteligencia naturalista como la octava de ellas.
Veamos cada una de ellas:
• La inteligencia lingüística-verbal: es la capacidad de emplear de manera eficaz las palabras, manipulando la estructura o sintaxis del lenguaje, la fonética, la semántica, y sus dimensiones prácticas.
Está en los niños a los que les encanta redactar historias, leer, jugar con rimas, trabalenguas y en los que aprenden con facilidad otros idiomas.
• La inteligencia física-cinestésica: es la habilidad para usar el propio cuerpo para expresar ideas y sentimientos, y sus particularidades de coordinación, equilibrio, destreza, fuerza, flexibilidad y velocidad, así como propioceptivas y táctiles.
Se la aprecia en los niños que se destacan en actividades deportivas, danza, expresión corporal y/o en trabajos de construcciones utilizando diversos materiales concretos. También en aquellos que son hábiles en la ejecución de instrumentos.
• La inteligencia lógica-matemática: es la capacidad de manejar números, relaciones y patrones lógicos de manera eficaz, así como otras funciones y abstracciones de este tipo.
Los niños que la han desarrollado analizan con facilidad planteamientos y problemas. Se acercan a los cálculos numéricos, estadísticas y presupuestos con entusiasmo.
• La inteligencia espacial: es la habilidad de apreciar con certeza la imagen visual y espacial, de representarse gráficamente las ideas, y de sensibilizar el color, la línea, la forma, la figura, el espacio y sus interrelaciones.
Está en los niños que estudian mejor con gráficos, esquemas, cuadros. Les gusta hacer mapas conceptuales y mentales. Entienden muy bien planos y croquis.
• La inteligencia musical: es la capacidad de percibir, distinguir, transformar y expresar el ritmo, timbre y tono de los sonidos musicales.
Los niños que la evidencian se sienten atraídos por los sonidos de la naturaleza y por todo tipo de melodías. Disfrutan siguiendo el compás con el pie, golpeando o sacudiendo algún objeto rítmicamente.
• La inteligencia interpersonal: es la posibilidad de distinguir y percibir los estados emocionales y signos interpersonales de los demás, y responder de manera efectiva a dichas acciones de forma práctica.
La tienen los niños que disfrutan trabajando en grupo, que son convincentes en sus negociaciones con pares y mayores, que entienden al compañero.
• La inteligencia intrapersonal: es la habilidad de la autoinstrospección, y de actuar consecuentemente sobre la base de este conocimiento, de tener una autoimagen acertada, y capacidad de autodisciplina, comprensión y amor propio.
La evidencian los niños que son reflexivos, de razonamiento acertado y suelen ser consejeros de sus pares.
• La inteligencia naturalista: es la capacidad de distinguir, clasificar y utilizar elementos del medio ambiente, objetos, animales o plantas. Tanto del ambiente urbano como suburbano o rural. Incluye las habilidades de observación, experimentación, reflexión y cuestionamiento de nuestro entorno.
Se da en los niños que aman los animales, las plantas; que reconocen y les gusta investigar características del mundo natural y del hecho por el hombre.
Por lo anterior descrito, sabemos entonces que no existe una inteligencia general que crezca o se estanque, sino un elenco múltiple de aspectos de la inteligencia, algunos mucho más sensibles que otros a la modificación de estímulos adecuados.
En la actualidad se habla del desarrollo integral del niño, es decir que incluya todos los aspectos del desarrollo (físico, sexual, cognitivo, social, moral, lenguaje, emocional, etc.), en esto se basa la teoría del Desarrollo de las Inteligencias Múltiples.
Existen dos tipos de experiencias extremas claves en el desarrollo de las inteligencias que es importante tomar en cuenta, las experiencias cristalizantes y las experiencias paralizantes. Las primeras, las experiencias cristalizantes, son hitos en la historia personal, claves para el desarrollo del talento y de las habilidades en las personas. A menudo estos hechos se producen en la temprana infancia. Estas experiencias son las que encienden la chispa de una inteligencia e inician su desarrollo hacia la madurez.
Por otro lado las experiencias paralizantes existen como contrapartida de las anteriores, se refieren a aquellas experiencias que bloquean el desarrollo de una inteligencia, están llenas de emociones negativas, capaces de frenar el normal desarrollo de las inteligencias. Sensaciones de miedo, vergüenza, culpa, odio, impiden crecer intelectualmente. Es probable así, que luego de esta experiencia un niño decida no acercarse más a un instrumento musical o no dibujar más porque ya decidió que “no sabe hacerlo”.
Por: Dr. Eduardo R. Hernández González.
Pediatra y Terapeuta de la Conducta Infantil.

domingo, 24 de febrero de 2013

Problemas Nocturnos: El niño que no quiere dormir. Pesadillas y Terrores Nocturnos

1) EL NIÑO QUE NO QUIERE ACOSTARSE
Un niño se resiste a acostarse por diversos motivos. Puede tener miedo de la oscuridad o de no despertarse, o se siente inseguro cuando está solo. Indudablemente, le gustaría más jugar o ver la televisión y, en realidad, preferiría la compañía y atención de sus padres.
Cuando los niños se hacen mayores, su vida social adquiere preponderancia. No obstante, todos los niños deben tener su hora de acostarse y si se quiere paz en casa, los padres no pueden transigir en esta cuestión. Los padres que dicen «chicos, ¿no creéis que ha llegado el momento de acostarse?>>, han declinado su responsabilidad y sus hijos no se acostarán a la hora adecuada. Los padres que siempre permiten al niño permanecer levantado «sólo un poco más», tendrán siempre problemas con el momento de acostarse. De haber la menor posibilidad de transigir, los niños más nerviosos se agarrarán a ella. De ahí pues que para muchos padres, conseguir acostar a sus hijos es una más de las batallas al final de un largo día, justo en el momento en que ellos necesitan tiempo para sí mismos.

Para los padres novatos, seguir los consejos que se explican aquí, puede zanjar los problemas nocturnos antes de que empiecen. Si la hora de acostarse ya es un problema, será necesario planificar nuevas iniciativas para conseguir que el niño duerma. Es importante decidir lo que se hará, que el niño sepa que el cambio es inminente y que el día 1 hay que poner el plan en marcha.
Decidir cuando hay que acostarse
Se debe decidir el momento preciso en que el niño debe acostarse y, una vez decidido, proceder con firmeza. Esto no significa que los padres deban ser absolutamente rígidos e insistir en que el niño debe estar siempre en la cama a las ocho en punto, aunque justo en aquel momento acabe de llegar papá o esté en casa el tío José. Sin embargo, cuanto más capaces sean los padres de concretar el momento de acostarse, más fácil será conseguir que el niño se duerma a una hora fija.
Importante: No utilice la palabra «oscuro» para indicar el momento de acostarse, porque en verano con la luz de día esto será causa de problemas.
Crear hábitos para ir a dormir
Los niños encuentran seguridad en la rutina. Les gusta la seguridad de lo habitual y es importante disponer de ciertos objetos con los que pueden contar. Por ejemplo, tener su martillo azul en la cama, junto a él, cada noche. Besar a todo el mundo antes de irse a su habitación y después todo el mundo tiene que ir a darle un beso cuando ya está en la cama; a otros les puede gustar colocar todas sus muñecas bajo la manta, junto a ellos.
Tanto los rituales como los detalles reconfortantes de seguridad, tales como mantas viejas o perros de trapo, de los que dependen algunos niños, les sirven para separarse de los seres queridos y pasar del estado de vigilia al de sueño.
Los padres no deben reírse de los hábitos del niño, pero por otra parte, tampoco deben consentir que se vuelvan demasiado pesados. Se ha de limitar el número de juguetes que el niño se lleva a la cama, por ejemplo, se puede llevar un libro y un juguete, que escoja. Algunos niños alargan esto demasiado, lo que comporta quince minutos adicionales para conseguir que, por fin, se vayan a la cama.
Hábitos nocturnos regulares
A los niños siempre les gusta saber lo que ocurrirá un instante después de ahora. Unos hábitos nocturnos regulares conseguirán que el niño sepa que el momento de acostarse se acerca y que ha llegado el momento de parar. Se puede seguir esta guía para establecer una rutina nocturna.
- Simplificar: Tomar en consideración el horario de la familia y las preferencias del niño. No comenzar con normas que después no se seguirán. La rutina de acostarse debe proporcionar una sensación de seguridad cálida, un final del día confortable. Se discutirán por encima las incidencias del día que termina y se planearán cosas para el día siguiente. Preparar sus ropas para el día siguiente, junto a los libros, será de utilidad para niños más crecidos. Leer un cuento o comer una galleta ayudará a otros niños a entender que ha llegado el momento de acostarse. Utilizar señales que hagan patente la rutina.
- El niño debe saber cuándo empieza la rutina del momento de acostarse. Puede ser tan simple como decir «el momento de irse a la cama es el momento en que termina tal o cual programa de televisión». O se pueden intentar señales visuales. Por ejemplo, dibujar un círculo en una hoja de papel de color, dividirlo en secciones clasificadas como hora de jugar, hora de acostarse y hora de los cuentos. Hacer una flecha de papel y fijarla en el centro del círculo. Señalar con la flecha en la sección apropiada cuando llegue el momento. O se puede dibujar un reloj con las manecillas señalando el momento de acostarse y colocarlo cerca del reloj real. Cuando las manecillas del reloj real coincidan con las del reloj casero, el niño sabe que es el momento de irse a la cama.
- Mantener al niño calmado. Las peleas o los juegos muy activos inmediatamente antes de irse a la cama, no preparan al niño para dormir.
Media hora antes de acostarse, el niño debe encontrarse relajado para cuando llegue el momento. Más que una guerra de almohadas o un juego de pelota serán unas costumbres sosegadas que incluyan la higiene habitual, la lectura, la narración de cuentos o la música. Todo esto, que suaviza el momento de acostarse, también debe seguirlo la persona que se ocupe del niño o la abuelita, cuando ponga al niño en la cama, o cuando es más tarde y el niño, agotado, precisa una ayuda adicional para conseguir una noche de calma.
- Hacerlo especial. Lo ideal sería que el momento de acostarse fuera cálido y acogedor. Tanto para los padres como para el niño es un momento de calor y de seguridad. A muchos niños les encanta escuchar una y otra vez el mismo cuento antes de irse a la cama. A otros les complace escuchar cuentos inventados, mientras que a otros les divierten las canciones infantiles como costumbre en el momento de acostarse.
- No hay que pensar que los niños algo mayores no necesitan estos hábitos. Incluso a los preadolescentes les encanta que les lean o bien les gusta utilizar estos momentos para charlar de algo importante o preguntar algo antes de que se convierta en un problema. El momento de acostarse es una excelente oportunidad para los padres de acercarse a sus hijos. Los hábitos al acostarse, que comienzan en edad muy temprana ayudarán al niño toda su vida. Algunos niños adquieren el hábito de leer, otros escriben su diario o planifican el día siguiente. Otros hacen ejercicios de relajación.
- Se ha de ser flexible, pero también se ha de saber cómo terminar las costumbres rituales. Si no se sabe cómo tomar la decisión final cuando ha llegado el momento de apagar la luz y de dormir, la rutina nocturna puede convertirse en algo cansado o interminable. Los padres no deben permitir evasivas por parte del niño, ni dejarse convencer de seguir leyendo «un cuento más». En vez de esto, se ha de anunciar de antemano las historias que se leerán aquella noche y aferrarse a lo que se ha dicho. Si trazar límites es un problema para algunos padres, éstos pueden apoyarse en otras ayudas, como su propio reloj o un minutero. Hay que decir al niño que «cuando el reloj marque las 9:30, ha llegado el momento. Luces apagadas o en 15 minutos, el reloj sonará, lo que significa apagar la luz».
Hablar con el niño de sus miedos y angustias
Cada individuo, incluyendo los niños, tiene temores que tienden a manifestarse de noche. Los padres deben animar al niño para que hable de sus problemas y preocupaciones, a fin de poderlos solucionar, ayudando a que se duerma, e intentar también, un ligero masaje en la espalda.
Hacer frente al hecho de levantarse continuamente
Los padres han seguido los hábitos v rituales del momento de acostarse. Cristina se ha metido en la cama hace unos instantes, pero ya no está en ella. Después de diez minutos, ya vuelve a estar en el salón, pidiendo un zumo. Los padres deben intentar seguir las técnicas descritas aquí. Para algunos niños, una puede bastar, para otros será necesario aplicarlas todas para conseguir que permanezcan en la cama.
- Llévele a la cama y ponga un despertador que suene al poco tiempo. Dígale que regresará a su habitación antes de que suene. Gratifíquele con un masaje en la espalda por permanecer en la cama. Gradualmente, alargue el tiempo que debe permanecer en la cama antes de obtener la recompensa, ya sea un masaje en la espalda o un helado para desayunar. Si es necesario, utilice de nuevo el minutero, y después siéntese v léale hasta que el niño se haya dormido.
- Enseñe al niño cómo irse a la cama. Algunos niños pequeños no consiguen relajarse lo suficiente par poder dormir, por lo que se les pueden enseñar las técnicas de respiración y de relajación. Los padres pueden acostarse un rato al lado del niño y hablarle de lo que hay que hacer para quedarse dormido. Dígale que cierre los ojos y en un tono de voz suave cuéntele el cuento de cómo las olas del mar se siguen unas a otras para jugar y vuelven a casa una y otra vez. Recuérdele que debe echarse y quedarse quieto y tranquilo, con los ojos cerrados y recordar las olas. También se puede usar la imaginación para pensar en sus propias escenas para quedarse dormido.
- Colocar junto al niño todo lo que se necesita para la noche: un vaso de agua, una cajita con una linterna, su juguete favorito y un cassette o la radio para escuchar antes de dormirse.
- Para los bebés que aún permanecen en la cuna pero son lo suficientemente mayores para hablar, los hábitos nocturnos, a menudo, requieren actos más definitivos que exigen decisión por parte de los padres. Supongamos que se les ha arropado y se les ha dado un beso de buenas noches por cuarta vez, mientras se abandona la habitación diciendo: «Buenas noches. Me voy a la cama>>. Se debe cerrar la puerta y no volver atrás, aunque el niño llore (a menos que se pueda pensar que el niño se encuentra realmente mal) durante veinte minutos. Si después de veinte minutos el niño aún llora, se ha de volver a su habitación indicándole que se duerma. Besarle y salir de nuevo durante otros veinte minutos. Si es necesario, hay que repetir esta rutina cada noche, hasta que el niño perciba que su táctica no da resultados. Importante: si el niño cesa de llorar, no regrese a su habitación para comprobar qué ocurre hasta estar seguro de que el niño está profundamente dormido o, de otro modo, el niño reincidirá.
- Utilizar un gráfico. Un gráfico del momento de acostarse es eficaz para los niños, permitiéndoles ganar puntos para alguna recompensa deseada. Al principio, los padres deben dar puntos por permanecer en la cama durante cinco minutos, después se ha de prolongar gradualmente el tiempo requerido para acumular los puntos necesarios.
- No discuta. Si el niño suele salirse con la suya, será preciso aplicar consecuencias negativas: pérdida de privilegios al día siguiente o acostarse más temprano la próxima noche.
Debemos reforzar la cooperación del niño
Utilizando palabras y acciones, hay que dar al niño respuestas positivas por su cooperación en el momento de acostarse. Planificar la rutina y llevar a cabo el plan completo a la vez. Puesto que a veces es difícil modificar comportamientos establecidos, se puede necesitar, de entrada, ofrecer recompensas, quizás utilizando el gráfico del momento de acostarse si este momento se ha convertido en la lucha de cada noche. Se pueden dar puntos por respetar las costumbres del momento de acostarse y porque el niño ha permanecido en la cama, antes de dormirse. Al principio puede darse al niño una recompensa cada noche. Las recompensas pueden incluir, por ejemplo, un programa extra de televisión la noche siguiente, sábanas especiales, chocolatinas debajo de la almohada o un caramelo antes de acostarse, al día siguiente. Entretanto el niño acumulará puntos para una recompensa mayor que le costará más esfuerzo ganarse. Las grandes recompensas se escogerán entre el «menú» de cosas o actividades que los padres saben que el niño quiere.
2) TERRORES NOCTURNOS Y PESADILLAS
LOS NIÑOS CON TERRORES NOCTURNOS
Las pesadillas y los terrores nocturnos son dos cosas distintas. Al contrario que las pesadillas, los terrores nocturnos no son sueños que produzcan miedo ni el resultado de la actividad del sueño. En su lugar, se cree que reflejan etapas inmaduras del sueño, en las que el niño tiene dificultad para hacer la transición del sueño profundo al sueño más superficial.
Aunque el niño con terrores nocturnos no los recuerde, estos episodios nocturnos pueden ser sumamente preocupantes para los padres. Muchos niños sollozan o gritan, se agitan o corren por toda la casa con los ojos abiertos, pero sin ver y sus oídos parecen no percibir las palabras tranquilizadoras de los padres.
Poco es lo que se puede hacer para ayudar al niño durante un terror nocturno. Se debe simplemente esperar a que cese y recordar que no ha sido causado por las tensiones y que no tendrá efectos traumáticos ni duraderos para el niño.
Tranquilizarle
Abrace al niño, cálmele y pásele una toalla refrescante por la cara. Los padres sentirán que están haciendo algo útil y esto tranquilizará al niño mientras pierde su mirada perdida y empieza a volver a la realidad, preguntándose qué pasa.
Regule los horarios de sueño
Para ayudar al niño a desarrollar un patrón de sueño más maduro. asegúrese de que tiene un horario regular de sueño y que descansa lo suficiente.
Consulte a un profesional
A pesar de que los terrores nocturnos no son en general significativos existe sin embargo la posibilidad de que sean síntomas de alteraciones neurológicas. Para verificar este extremo, al mismo tiempo que las pesadillas muy molestas, habría que comentarlo con el médico. Si los terrores se producen con mucha frecuencia, el médico puede sugerir aliviarlos con una medicación cuidadosamente controlada.
LOS NIÑOS QUE TIENEN PESADILLAS
Las pesadillas, al contrario que los terrores nocturnos, pueden ser aterradoras para el niño y también para los padres v son resultado de sentimientos de inseguridad, ansiedades, miedos o preocupaciones. Son reacciones de miedo comunes y normales a los sueños desagradables que se inician normalmente a los tres años de edad, teniendo su punto máximo a las edades de cuatro y seis años.
Las niñas son susceptibles de padecerlas más tarde que los niños. Un 28% de los niños con edades comprendidas entre los seis y doce años, tenían pesadillas. Alrededor de los diez años, la frecuencia de estos sueños desagradables se incrementa otra vez, para remitir más tarde. Las pesadillas difieren de los terrores nocturnos en otros aspectos: mientras que el niño transpira, grita y respira agitadamente al experimentar una pesadilla puede ser despertado rápidamente y se acordará del sueño o de partes del sueño.
Los sueños pueden estar inducidos por enfermedades y por el dolor, sobreexcitación, miedo v ansiedad, programas violentos de televisión o por amenazas enfermizas por parte de los padres. Aunque el niño puede no ser capaz de indicar exactamente qué le está afectando, pueden sacarse algunas claves a partir de su comportamiento conversando con él. Cualquiera que sea la causa, los niños inseguros, preocupados o con ansiedad tienen más probabilidades de tener pesadillas.
Tranquilícele y déle seguridad
Lo que los padres pueden hacer por un niño que sufre pesadillas es despertarle, tranquilizarle y darle seguridad, decirle que todo va bien, que no ocurre nada. Acariciarle y mecerle, pero no dar demasiada importancia a la pesadilla, puesto que de otro modo podría aprender a utilizarla como mecanismo para atraer la atención. No es importante, en este momento, comentar el contenido del sueño.
Evite la excitación excesiva
Los niños deben tener un periodo de calma v relajación antes de acostarse, no permitirles que vean programas de televisión violentos o de terror, no contarles historias de miedo ni permitir que realicen actividades físicas violentas. Las experiencias de muchos padres sugieren que es de gran ayuda limitar la TV.
Comente problemas, miedos y acontecimientos que produzcan tensión
Use la conversación v los sueños como datos de cualquier problema que esté sufriendo el niño. Háblele durante el día de sus pesadillas, e intente aliviar sus miedos e inquietudes. Sea previsor y prepare al niño con antelación para acontecimientos que sean susceptibles dc causarle tensión, tales como la vuelta a la escuela después de las vacaciones o el salir de viaje. Los miedos en los niños son muchas veces causados por la falta de información.
Tome medidas para las pesadillas repetitivas
Si el niño tiene el mismo sueño una y otra vez, puede estar seguro de que siente ansiedad por algo. Anímele a que hable de su sueño y lo represente despierto, pero con un final feliz.
Prepare una estrategia nocturna
El saberse defendidos de la pesadilla ayuda normalmente a los niños más mayores. Proporciona seguridad el dejar la luz encendida por las noches. Algunos niños pueden luchar mejor contra sus pesadillas rezando una oración determinada cada noche pidiendo protección contra los monstruos; abrazar y dormir con el peluche favorito, etc.
3) ¿COMO AFRONTAR PROBLEMAS NOCTURNOS?
Permitir que el niño duerma regularmente en la habitación de los padres puede provocar problemas graves. En muchos casos, los padres lo consideran un hábito difícil de interrumpir cuando se ha iniciado.
Orientaciones para devolver al niño a su cama:
1. Si el niño va hasta la habitación de sus padres, hay que hacerle volver a su cama y meterlo en ella sin demasiadas contemplaciones. Los padres han de ser firmes.
2. Se puede utilizar la “táctica de los apretujones”, la finalidad es hacer que el niño se sienta incómodo en la cama ajena y que la suya vaya siendo más atractiva. Consiste en empujarle hacia fuera de la cama, dejándole cada vez menos espacio en la cama, apretujarle sin hacerle daño, darle una patada suave,…
3. Utilizar recompensas por el hecho de dormir solo o los progresos hacia esa meta. Asegúrese de expresar lo orgulloso que se está de él y que es un “chico mayor”. Préstele una atención especial y sea cariñoso con él durante el día.
4. Hacer su habitación más atractiva, no significa redecorarla sino cambiar algunos aspectos y que el niño sea participe de ellos.
5. Establecer un horario regular de sueño.
6. Antes de dormir contarle algún cuento. Se le puede contar alguno relacionado con el problema.
7. Se puede utilizar un contrato en el que tendrá algún premio por dormir en su habitación, se marcará en un almanaque los días que ha tenido éxito, acordando previamente el premio a final de mes, si se comienza con refuerzos continuos pasar poco a poco a refuerzos intermitentes.
Jose Luis García Castro – Psicólogo y Orientador Escolar